Hay algunos sentimientos que son incontrolables, irracionales en cierta medida y con grandes dosis de subjetividad. Son magnánimos y ciegos y, por supuesto, excluyen toda actividad cerebral de su entorno. El más claro ejemplo es el amor.
Un día, así sin explicación ninguna, aparece ese sentimiento para darle interés y emoción a tu vida. No sabes porqué, no sabes lo que vendrá, pero está ahí. De repente y casi por arte de mágia tu rodea un halo de felicidad sólamente comparable a un chute de jaco sobre un césped bajo un manto de estrellas (por darle un poco de romanticismo al asunto). La aceleración de tus hormonas y todos los sensores de alerta de tu cuerpo se activan. Aparecen los cosquilleos, los nudos en el estómago, los ratos de abstracción total pensando en Dios sabe qué y las florecillas empiezan a emerger de las profundas aguas oscuras en las que te encontrabas sumido. Es una sensación única, sólo mejorada por el momento en el que se ve correspondido por la persona ansiada.
Después de estos sentimientos viene la transición, el tran tran, la adaptación de esta nueva situación a tu vida diaria, a tus hábitos y costumbres y, lo que es más importante, a los suyos. Se produce una readaptación casi instantánea de las prioridades que con tanto esmero y tiempo te habías marcado y que te habías prometido a tí mismo que nunca ibas a mover. Además, cometes errores "de bulto" cuando creías haber aprendido la lección en anteriores batallas. Pero todas estas cosas se realizan con la mayor de las deferencias, porque están todas movidas por el AMOR.
Tu vida se convierte entonces en una balsa de agua, todo se ve de color de rosa y tus espectativas de acercamiento hacia la felicidad absoluta crecen de forma exponencial conforme pasan los meses y ves que tu amor se está 'consolidando'. Tu relación con el resto del mundo es mucho más fluida y cordial, probablemente debido al aumento de seguridad que ha sufrido tu ego y que ahora hace que las cosas buenas sean accesibles para tí, cuando antes ni te lo planteabas. Te cambia el concepto de las cosas, ahora ya nada es imposible y, en muchos momentos, te sientes como la persona más feliz del mundo y piensas en que debes de ser implacable para que eso no cambie nunca.
Se genera la confidencialidad, la confianza, la empatía, el entendiemiento y hasta la precognición. Intuyes sus necesidades, sus cambios de humor y hasta eres capaz de preveer cuando vas a recibir una reprimenda y eres capas de adelantarte a ello. Eres como un Dios en la tierra y has llegado a lo más alto de la vida personal. Has tocado el cielo.
Y entonces llegan. Sí, vienen solos, sin que se les escuche llegar. Me refiero a los problemas, claro. A las discusiones gratuitas por no ser capaz de escuchar y mucho menos de aceptar a la otra persona tal y como es. Llega el momento de tomar decisiones que afectan a las dos partes, el momento de renunciar a cosas y de decidir entre antiguas prioridades y de generar otras nuevas, el momento en el que hay que dejar de recibir para dar. Y ahí es donde se empieza a zozobrar, en el momento en el que el YO tira más que el NOSOTROS, en el momento en el que se demuestra que somos unos egoístas ciegos y en el que empezamos a pensar en todo lo que tu haces cerrando los ojos y dejando de valorar nada. Frustración y egoismo convierten el amor en una quimera. Pero seguimos aferrados a él y siempre creeremos que sigue ahí, latente, y que lo podremos despertar como al monstruo del Lago Ness.
Pero ya se sabe que hay una ley científica que dice que cuando más subas, más grande será la caída. Un día, sin saber porqué y sin que tu cerebro sea capaz de asimilarlo, todo ese andamio en el que te habías montado se desmoronará y te llevará de nuevo a colocar los pies (o las bruces) sobre la tierra. Es una vorágine descontrol, de sentimientos contradictorios y de hundimiento total.
Lo que antes era de color de rosa ahora se torna de un color ocre, oscuro, y todo lo que antes hacía que te levantaras por las mañanas con ilusión se acaba convirtiendo en un ostracismo ideológico que afectará de forma muy negativa en tus relaciones sociales y en tu capacidad laboral. El vacío y el sentimiento de soledad crónica de aponderan de tí, te sumes en un profundo sentimiento de culpa mientras intentas analizar lo que has hecho mal o lo que podrías haber hecho mejor sin darte cuenta de que las cosas sólo son así porque nunca ha habido una relación de igual a igual, una relación de equivalencia entre los dos combatientes en la batalla, entre aquellos que se decían enamorados.
Y es que el amor, como sentimeinto irracional que es, aparece como un río entre las montañas y desaparece como un barco en el horizonte y, por tanto, siempre esperas que le barco regrese y traiga consigo los mismos errores que te has vuelto a prometer que nunca más vas a cometer. Y aparecerá, eso no lo dudes, pero siempre será cuando dejes de esperarlo y tu vida esté de nuevo estabilizada. ¿Qué le vamos a hacer? Somos así. Queremos lo que no tenemos y soñamos con lo que nos han enseñado que nos va a hacer felices y nosotros hemos demostrado que no.
Un sinsentido, pero nos gusta.
*Nota: Título sacado de la canción de los gasolineros Camela que amenizan las previas a los conciertos de Iron Maiden. Otra sinsentido, pero también nos gusta.
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2 comentarios:
Disculpen la retirada, fallo inexplicable. Disfruten de literatura de la buena. Un abrazo
Análisis Matemático de las emociones humanas. Lo ha escrito 1/2 pero es la voz de los talegas. Espectacular
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